sábado, 21 de abril de 2007

EN LA MENTE DEL ASESINO

Se miraba en el espejo. Murmuraba. Murmuraba frases incomprensinbles en inglés y coreano ( su lengua natal). El chico que veía reflejado en el cristal no sabía quién era. No lo conocía. Murmuraba, seguía con sus reflexiones y murmuraba. De repente, una voz grave, penetrante, le traspasó el cerebro, que le hizo retirarse del espejo unos centímetros. El dolor en la sien, horroroso, se intensificaba y le bajaba por la espina dorsal como un rayo electrizante. Del dolor se encogió, pero pronto se irguió y volvió a mirar al espejo. Entonces, la voz que había escuchado antes le habló: ¿Por qué no lo haces? ¿Por qué no te atreves? Tienes todo lo que necesitas a tu alcance para llevarlo a cabo, sin embargo, no puedes.
El chico se quedó mirando absorto en un punto indeterminado del suelo. Tenía miedo, impotencia, mucha rabia acumulada. Mirame a los ojos le gritó la voz. Él, sumiso y obediente, levantó la cabeza y vió un rostro desfigurado, viejo, sin color, los púmulos se le acentuaban en el rostro pálido, una cara que le recordaba a alguien.
Tienes que hacerme caso, ¿qué pasaría sino lo hicieras? ¿lo has parado a pensar? El chico meneó la cabeza hacia los lados murmurando.
Deja de hablar le espetó la voz. Al instante se calló. Bajó la cabeza. Muy bien, ahora coge la bolsa y ábrela.
Obediente recogió la bolsa del suelo, una mochila adidas, vieja, deshilachada por el paso del tiempo. Dentro había dos pistolas, con diecisiete cargadores en una caja de terciopelo negra. Tenía la tapa abierta. En la esquina varias balas más estaban esparcidas por la caja. Brillaban como el oro a la luz de la bombilla. Recogió una, se la pasó entre los dedos y se la puso a dos centrímetros de su cara. La veía muy bien, su contorno era preciso, perfecto, pensaba el chico que se le dibujó una tímida sonrisa en la cara. Así me gusta, veo que has parado de temblar. Aprendes rápido habló la voz.
El chico asintió, parecía un niño pequeño, desprotegido, solo, desamparado. Con la mano izquierda asió la pistola y la empuñó, con la mano derecha tiró la bala en el suelo, y a continuación, se dispuso a meter el cargador en la culata de la pistola. El chico lo había ensayado ya muchas veces. Manejaba muy bien las armas de fuego, los rifles no tenían ningún secreto para él, y las metralletas tampoco. Las armas cortas eran su punto débil, pero las había cogido la medida en pocas semanas. Date prisa gruñó la voz. Ensimismado en sus pensamientos introdujo el cargador en su sitio. Quitó el seguro a la pistola, la agarró fuertemente con las dos manos empuñándola hacia el espejo. A mi no me apuntes con eso. La cara del espejo lo miraba con ojos inyectados en sangre. Perdóneme amo le contestó el chico. Da igual, no perdamos tiempo. Quiero que cumplas tu misión, tu gran misión, debes ir al campus, a eso de las 8:00 de la mañana. Entras en una de las facultades, te dirigas a la cuarta planta y... espere amo. Yo...- se le notaba nervioso, como desquiciado, tenía un tic en su ojo derecho muy pronunciado. Yo... no me veo capaz, amo. ¡Cómo que no, no vuelvas a repetirme eso! ¿Para eso has gastado tu valioso tiempo en ver peliculas y jugar a esos videojuegos que sólo sirven para matar? Al principio, sólo jugaba un par de horas, pero un día me enganché y ya no pude parar.
No, tú has aprovechado el tiempo. No... no lo he hecho amo. Me he dado cuenta que no tengo valor suficiente, que no me he preparado bien. ¡No lo conseguiré! le gritó.
No me levantes la voz le respondió la cara del espejo. Las peliculas y los videojuegos se pueden trasladar a la vida real. Herir y matar no es tan complicado. Lo harás.
¿Cómo lo sabes? Porque eres un excluido, un marginado, nadie te quiere. Necesitas hacer algo heroíco para que la sociedad se dé cuenta de lo que pasa. Tienes que empezar por esos niñatos ricos de la universidad que sólo van a perder el tiempo, que lo tienen todo hecho. Los tipicos niños de papá. ¡No lo entiendes! La voz maldita atronó por toda la habitación.
Tiene razón. Tengo que hacerlo murmuró el chico. Pensó en el año que se había quedado encerrado en su casa. Descargaba todos los días por Internet peliculas de lucha, de matanza. Primero, le parecía divertido, luego empezó a odiar a sus compañeros porque no entendían sus gustos, ni siquiera le hablaban. Él se encerró en sí mismo, dejando su mundo en tinieblas. No veía la luz, no sabía donde estaba, no podía encontrarla.
Entonces, la voz maldita le leyó los pensamientos y habló: Déjalo ya. No le des más vueltas. El futuro ya está escrito. El chico harto de la voz que no le dejaba pensar ni respirar, se reveló. ¡Déjeme en paz! y con su puño izquierdo rompió el cristal en pedazos; su mano sangraba abundantemente, pero había conseguido que la voz y la cara desaparecieran. Aún así, se encontraba cansado, derrotado, tenía palpitaciones y un dolor intenso le atenazaba el cuerpo. Pero el daño ya estaba hecho. "El futuro ya está escrito", estas cinco palabras resonaban en su cabeza todo el tiempo. No podía aguantarlo más. Así que, metió las armas en la mochila, la cerró, se la echó al hombro, y finalmente echó un último vistazo al espejo. Una parte del cristal se encontraba fragmentado en pequeños trozitos. Cada uno de ellas reflejaba su silueta, lo miró profundamente y sólo pudo ver una cara desfigurada: su cara. Se quedó horrorizado. Ya no había vuelta atrás. Dio media vuelta y salió de su habitación.
Horas después la mayor masacre en una universidad en la historia de los EEUU sacudía el país de las libertades, el país de las oportunidades. Ese país en el que las pistolas se compran como si fueran chucherías, ese país en el que sus habitantes necesitan un arma debajo de su almohada para sentirse seguros, ya que el vecino de al lado tiene un escopeta recortada, y el de enfrente un rifle de última generación; ese país en el que los integrantes de la asociación del rifle, quitan y ponen al presidente de turno según su inclinación hacia el uso de las armas; ese país donde los niños, después de jugar a la Play cogen la pistola de su padre e imitan a los actores de las peliculas de acción, es decir, empuñan un arma y en la mayoría de los casos, o matan al niño con el que están "jugando" o se hieren a ellos mismos; este es el actual EEUU. Un país donde las libertades se eliminan poco a poco al mandar las armas y la violencia; un país donde el todo vale se impone paulatimanente. Quizás sea un castigo lo que ocurrió hace unos días en la Universidad de Virginia, quizás no. A lo mejor, los políticos se reunen algún día y reflexionan. Porque 32 muertos en dos horas son muchas víctimas, y eso ya no se puede cambiar. Entonces, ¿qué se debe cambiar?. Para eso no existe respuesta.
Creemos que el chaval que asesinó a 32 personas era un desequilibrado entre 1 millón. Pero esto no es así.
"El tiempo se paró. Nada, nadie se movía. Se encontraba sólo, sin ayuda de ningún tipo. Llevaba en su mano el salvoconducto para no sufrir más en este mundo. Levantó su mano, y se pegó un tiro en la cara. Esa cara fea, horrorosa, que él había visto en ese espejo. Ese espejo que le decía: "El futuro ya está escrito"
BY DANi.